Mi madre es, a veces, un poco pesada con la limpieza de casa. Pero he de reconocer que es una de mis carencias, lo que más me cuesta hacer; y sé que lo ella me pide no es más de lo que ella hace, ni de lo que yo puedo hacer. Es como la corrección fraterna de la lectura de ayer, de una persona que te conoce, a tí y a tu trayectoria. Sé, que como Santa Mónica, siempre está dispuesta a ayudarme; pero también creo que para evitar “pasarse”, hace bien en no fundamentar toda su vida en ser madre. Y ahora hablo yo como madre: lo que más me cuesta es dejar la libertad justa (apropiada a su edad), pensar que encamino pero son ellos los que andan. Debemos rezar y también buscar soluciones, como la Santa; crecer a la par que ellos perdiendo autoridad pero ganando en confianza y respeto. Y ¡que Santa Mónica nos ayude!
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